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La raíz latina de la palabra compasión es “compati”, que significa "sufrir con". La conexión del sufrimiento con otra persona hace que la compasión vaya más allá de la simpatía y entre en el terreno de la empatía.
Sin embargo, la compasión es mucho más que la empatía.
La empatía es la capacidad de relacionarse con el dolor de otra persona como si fuera el propio. La empatía, al igual que la simpatía, se basa en la emoción y el sentimiento, pero la empatía no tiene un componente activo.
La compasión significa implicarse. Cuando los demás mantienen la distancia con los que sufren, la compasión nos impulsa a actuar en su favor.
El autor Fredrick Buechner la describe de esta manera:
"La compasión es la capacidad de sentir lo que es vivir dentro de la piel de otra persona. Es saber que nunca podrá haber realmente paz y alegría para mí hasta que finalmente haya paz y alegría para ti también".
Tener compasión significa empatizar con alguien que sufre y sentirse obligado a reducir el sufrimiento. Es una definición más profunda que los simples sentimientos, y también es una comprensión muy bíblica.
La Biblia no explica la compasión como lo hace un diccionario, diciéndonos lo que significa la palabra.
En cambio, la Biblia define la compasión mostrándonos lo que es de manera práctica.
La misericordia es el trato compasivo a los que están en apuros. La misericordia es el fruto de la compasión. Es el regalo que hacen a los que sufren quienes viven su compasión.
En el Nuevo Testamento, Jesús es movido a menudo a la misericordia a través de la compasión.
“Junto al camino estaban sentados dos ciegos que, al oír que Jesús pasaba, gritaron: "Señor, Hijo de David, ¡ten misericordia de nosotros!" ... Entonces Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les preguntó: "¿Qué queréis que os haga?" Ellos le dijeron: "Señor, ¡que se abran nuestros ojos!" Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos, y en ese mismo instante ellos recibieron la vista y lo siguieron” - Mateo 20:30-34
La compasión de Jesús le impulsa a actuar, y misericordiosamente ama, sana y rescata.
La propia presencia de Jesús en el mundo es el acto supremo de compasión. No merecíamos su sacrificio, pero debido al gran amor de Dios, fuimos tratados con misericordia y estamos llamados a vivir vidas de compasión y misericordia.
Cada día, millones de niños que viven en la pobreza en todo el mundo experimentan la compasión al participar en nuestro programa de apadrinamiento. Miles de iglesias locales en países en vías de desarrollo llevan nuestra misión a las necesidades contextualizadas de los niños.
Cada niño asistido por nuestros proyectos en las iglesias colaboradoras recibe una atención personal, individualizada, relacional y basada en la edad, el sexo, la salud y la situación familiar del niño.
Ofrecemos oportunidades que fomentan un desarrollo espiritual, físico y social saludable para ayudar a cada niño a madurar plenamente en todos los aspectos de la vida.
Los beneficios de nuestro Programa de Apadrinamiento de Niños incluyen:
En 1952, nuestro fundador, el pastor Everett Swanson, viajó a Corea del Sur durante la Guerra de Corea. Cada vez estaba más preocupado por los huérfanos de guerra que veía viviendo en las calles, abandonados por la sociedad.
Swanson no podía dar la espalda al sufrimiento de los niños que veía, y se comprometió a encontrar la manera de ayudarlos.
Hoy puedes experimentar el significado de la compasión apadrinando a un niño y descubrir cómo tu compasión puede salvar vidas y rescatar a los necesitados.
Al apadrinar un niño, te conectas con un niño o una niña que te conocerá y apreciará profundamente la idea de que te preocupas por él.
Apadrinar a un niño te permite compartir el significado de la compasión a través de tus oraciones, cartas y apoyo económico y mostrar al niño lo amado y apreciado que es por Dios.
Tu acto de compasión cambiará profundamente el futuro de tu niño... ¡y también su vida!
Gracias a tu ayuda