Cuando Pamela Loaiza dio a luz a sus pequeños, no podía inscribirlos en el registro civil, porque no contaba con los recursos económicos necesarios en ese momento. Hoy en día, Pamela y sus pequeños siguen luchando con esta situación.
Tú no existes.
A pesar de haber nacido en Ecuador y ser hijos de padres ecuatorianos, muchos niños “no existen”, por no estar registrados oficialmente. Debido a que sus nombres no aparecen en el registro civil del país, estos niños no cuentan con una identidad legal o nacionalidad, tampoco se pueden beneficiar de los derechos o protección de la ley.
En otras palabras, no existen legalmente y no pertenecen a ningún sitio.
Pamela y su marido trabajan esporádicamente en la construcción a cambio de un sueldo precario. Así como muchos otros que viven en pobreza, simplemente no podían permitirse los €65 que cuesta la tarjeta del registro de nacimiento y nacionalidad para sus bebés. Su hija María Belén, que ahora tiene seis años, y sus cuatro hermanos no fueron registrados al nacer.
De acuerdo a los registros de 2015 es Ecuador, el 15% de los niños menores de cinco años aún no han sido registrados. Aproximadamente la mitad de estos niños son menores de un año.
Sin una identidad oficial, a María Belén no se le permitía asistir al colegio y lo único que podía hacer era quedarse en casa o jugar en la calle con sus hermanos. En ocasiones los pequeños acompañaban a sus padres al trabajo, pero es un lugar peligroso para niños.
Además de la falta de educación, a María Belén y a sus hermanos se les negó el acceso a los servicios básicos de salud. Esta situación se agravaba con el paso del tiempo, porque sus padres no contaban con los recursos para alimentarlos de manera consistente.
“Estaba desesperada”, comenta Pamela, acerca de la tarde que decidió llevar a sus hijos a la iglesia local, el lugar donde podían conseguir comida.
“Mis hijos llevaban sin comer más de un día, así que los llevé a la iglesia”, nos cuenta Pamela. “Mientras hablaba con el directora acerca de registrarlos en el programa de la iglesia [Compassion], los llevaron al comedor. Comieron como si estuvieran muy hambrientos.”
A Pamela se le encogió el corazón cuando la directora de la iglesia del proyecto Compassion, Catalina Rodas, le dijo que sus hijos no podían ser admitidos en el Programa de Apadrinamiento, porque no tenían carnets de identidad.
“Me sentí muy triste, porque no tenía los carnets”, comparte Pamela.
La idea de no poder inscribir en Compassion a los niños de Pamela, no era una opción para Catalina – directora de la iglesia del proyecto Compassion. Catalina no podía dejar de pensar en esta familia y decidió visitarlos en casa. Al llegar, su preocupación aumentó, porque se dio cuenta que los niños no estaban asistiendo al colegio.
"No podía dejar que esos niños crecieran sin comida y sin una educación. ¡Tenía que hacer algo!", comenta Catalina.
“Decidimos apoyar a su familia como iglesia. El primer paso fue obtener una identidad oficial para los niños: darles de alta en el registro civil para que pudieran tener los mismos derechos que otros ciudadanos ecuatorianos.”
Catalina acompañó a la familia a la oficina municipal, en su ciudad costera de La Libertad, donde comenzaron un largo y complicado proceso. Para empezar, tenían que viajar varias horas hasta Guayaquil para recoger las copias de unos documentos requeridos por el gobierno. Para la familia de Pamela, realizar este viaje suponía un gran esfuerzo porque no contaban con los medios económicos, así que la iglesia decidió ayudar a la familia con los gastos del viaje.
Durante todo este proceso, Catalina y la iglesia ayudaron a Pamela hasta terminar todos los trámites. No dejaron de animarla en los momentos complicados de papeleo y espera interminable.
Finalmente, un día, recibieron las noticias.
Hoy, María Belén y sus hermanos tienen certificados de nacimiento y carnets de identidad. Asisten al colegio y finalmente se pudo inscribir a María Belén en el proyecto Compassion de la iglesia local.
“Es una bendición ver que ahora estos niños tienen carnets de identidad y derechos. ¡Sus vidas han sido transformadas por el poder de Dios!”, comenta Catalina.
Aunque la situación económica en casa sigue siendo difícil, Pamela y su marido mantienen la esperanza en que sus hijos tendrán un futuro mejor, lleno de oportunidades: sus hijos finalmente están recibiendo una educación, cuentan con el apoyo de la iglesia y ahora saben que Dios los ama.
María Belén ha compartido con nosotros su sueño: “Cuando sea mayor quiero ser médico para cuidar a los niños y curarlos cuando estén enfermos. Quiero ser tutora también para ayudar a otros niños que no pueden ir al colegio”.
Escrito por Nico Benalcazar y Richard Miller. Fotos por Nico Benalcazar.Gracias a nuestros centros Compassion, los niños tendran una esperanza concreta en sus vidas. Junto a tí, podemos y ayudar a los niños que se encuentran en una situación difícil.