Verano 2017 2017, Ecuador. Steven, 11 años, es abordado por 3 niños más mayores que él y le piden que “juegue con ellos”.

Parece una invitación inocente, pero sus formas son agresivas. Sin ningún motivo, atacan a Steven. Rocían su cuerpo con gasolina. Lo queman. Después huyen.

Cuando Steven fue trasladado al hospital, presentaba quemaduras gravísimas en más del 65% de su cuerpo: tenía menos del 20% de posibilidades de sobrevivir.

En cuanto difundimos la noticia, miles de padrinos de todo el mundo se unieron para salvar a Steven. Y los gastos para sus cuidados médicos fueron cubiertos completamente.

El proceso de recuperación fue muy extenuante; ya que tuvo que volver a aprender a sentarse, caminar y comer solo.

Mientras se veían mejorías en su cuerpo, en su interior el niño no dejaba de sentir un gran nerviosismo e incertidumbre.

Ahora Steven vive junto a su hermana en una comunidad secreta y protegida. En los próximos años tendrá que ser sometido nuevamente a otras operaciones de trasplante de piel.

En la actualidad Steven se siente feliz de estar vivo: “Me siento bendecido porque mi cuerpo está sanando, aunque todavía tengo muchas cicatrices”.

“Hoy podría no haber estado aquí con vosotros, pero Dios no permitió que muriera; me dio otra oportunidad de vivir”.

Ha vuelto a jugar a fútbol y no deja de estar agradecido a Dios, aunque es consciente que algunas heridas se irán curando lentamente.

“A través de la oración he aprendido a no odiar a las personas que me hacen daño”.

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Kauany luchaba contra un cáncer que la estaba devorando desde que tenía 7 añitos.

Brasileña, natural de Olinda, Kauany acudía a un centro Compassion que se encuentra en un barrio extremadamente complicado de la ciudad. Durante todo este tiempo, Compassion ha estado apoyando a la familia de Kauany

Gracias al espíritu aventurero y optimista de la niña, se ha convertido en un ejemplo para todo el centro Compassion.

Pero, después del primer ciclo de quimioterapia, Kauany se debilitó mucho. Perdió el cabello, no podía caminar y necesitaba constantemente la ayuda de su madre para sus necesidades.

En el centro Compassion buscaban diferentes maneras para que la niña se sintiera a gusto: “En cuanto llegué, noté que habían trasladado el aula para que no tuviera que subir las escaleras. Me sentí realmente especial, no porque era diferente, sino porque era amada”.

Kauany nunca perdió la esperanza.

“No sé por qué Dios permitió que enfermara, pero sé que es bueno y que en su mente alberga lo mejor para mí”

La respuesta a las oraciones

Hace algunos meses recibimos la noticia más bonita: ¡Kauany se había curado!

Cuando me dijeron que estaba completamente curada, empecé a temblar de alegría. Primero lloré, después me eché a reír, luego volví a llorar. No puedo describir mi felicidad.

Su madre, Mariza, no termina de creerse que todos esos horribles días finalmente hayan llegado a su fin:

"He orado muchísimo por ella, y sé que muchos padrinos de Compassion también lo han hecho".

“Cuando nos dijeron que mi pequeña estaba curada, se nos quitó un gran peso de encima. ¡Me siento extremadamente agradecida!”

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Hace pocos meses, por primera vez, Isidore se alejó de su familia y se subió en un avión: destino Francia.

El motivo del viaje no fue por placer: Isidore nació con el síndrome de Crouzon, una enfermedad genética poco común que afecta a menos de dos personas de entre cien mil.

Las personas que lo padecen sufren una deformación en el rostro, que aumenta con el crecimiento natural del cerebro.

Desgraciadamente, los médicos no diagnosticaron la enfermedad a tiempo en Isidore, quien creció con problemas auditivos y graves malformaciones en los ojos y en los huesos del cráneo.

Isidore vivió una infancia bastante aislada, ya que sentía vergüenza al tener una apariencia diferente. No obstante, aunque nadie lo supiera aún, ¡existía una esperanza!

Cuando descubrimos que Isidore podía ser tratado en Francia, decidimos organizar una recaudación de fondos para hacer frente a los gastos de la operación.

Nuestra llamada llegó a numerosas iglesias españolas y, gracias a vuestra sensibilidad, el joven fue operado en Tours, a una hora de distancia de París.

Allí fue recibido por el personal de Compassion y por una familia de padrinos, quienes lo hospedaron en casa durante todo el tiempo de la operación y rehabilitación.

Según los neurocirujanos, la intervención fue todo un éxito, pero el proceso posterior fue muy largo y doloroso.

Antes de despedirnos, Isidore nos pidió que os diéramos las gracias a vosotros, que habéis hecho posible el cambio en la vida de Isidore:

“Gracias por todo lo que habéis hecho por mí y por mi familia. Me habéis dado la oportunidad de tener un nuevo rostro"

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El tío de Christine aún recuerda con horror el momento en el que su sobrina dejó de respirar mientras la sostenía entre sus brazos.

Durante su primer año de vida, esta horrible experiencia se repetía cada mes.

Los médicos diagnosticaron que Christine sufría estas convulsiones debido a la fiebre.

Desafortunadamente, en la zona de Legaspi, Filipinas, las enfermedades como la pulmonía, tuberculosis y resfriados se difunden rápidamente. Con cada contagio, la vida de Christine estaba en peligro.

Los gastos médicos eran insostenibles para la familia. “Desgraciadamente, sin tratamiento, las convulsiones ponían en riego la vida de Christine”.

Su ingreso en el centro Compassion permitió que Christine recibiera alimentos, ayuda para sus estudios y la posibilidad de conocer el amor de Dios, al mismo tiempo, tuvo acceso a tratamientos médicos.

Por fin la familia tenía la ayuda adecuada, ya que nuestro personal de Compassion encontraron las medicinas que Christine necesitaba. Finalmente los gastos médicos y revisiones en el hospital estaban cubiertos. ¡Su sufrimiento, que tenía tratamiento, había acabado!

"Damos las gracias a Dios por el hecho que Christine pueda participar en las actividades de Compassion”, nos cuenta su tío con gran entusiasmo.

El tratamiento ha estado funcionado correctamente, desde hace un año Christine no ha vuelto a tener ninguna crisis.

Mientras Christine recibe el apoyo que necesita para poder vivir una vida libre de miedos, toda su familia tiene grandes sueños para su futuro.

“Espero que pueda realizar su sueño: convertirse en médico. ¡Estoy seguro que con la ayuda de Dios todo es posible!”

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Papá Shahadat estaba atravesando el intenso tráfico junto a su pequeño Rakibul.

Mientras volvían a su pueblo un coche los atropelló, dejando a Rakibul herido.

Durante meses el pequeño lloraba sin descanso a causa del dolor. Seguía cojeando, a pesar de que los médicos no habían encontrado nada grave en su situación.

Shahadat ya no sabía qué hacer, hasta que se enteró que una iglesia local estaba acogiendo a los niños más necesitados para inscribirlos en el centro Compassion.

Tras empezar a asistir al proyecto Compassion, uno de nuestros colaboradoes se dió cuenta de la condición en la que se encontraba Rakibul. Inmediatamente comenzaron a realizarle pruebas médicas, que mostraron que el pequeño había crecido con una grave malformación en la pierna a causa de una herida sin curar en las vértebras.

Tras haber acompañado a Rakibul al hospital para someterse a una delicada operación quirúrgica, el padre sintió un nudo en la gargante al escuchar cuánto costaría. La operación costaba casi 1.400 euros, una cifra exorbitante para su familia.

“No hay palabras para expresar la gratitud que sentí cuando descubrí que Compassion se haría cargo de los tratamientos para mi niño”, afirma Shahadat.

“Sin la ayuda de Compassion, probablemente hubiera visto crecer a mi hijo cojo delante de mis ojos”.

Después de la operación, Rakibul fue enyesado desde la cadera hasta el pie y debe permanecer así durante meses. A menudo le dice a sus amigos: “En cuanto esté libre, correré más rápido que el viento!”

Rakibul espera convertirse en un atleta. Con la ayuda de Compassion, de la iglesia local y vuestros donativos su sueño podría convertirse en una realidad.

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