Después de haber conocido a Dios, Benancio fue elegido como director de un centro Compassion en Perú. Nos habla de su historia y del trabajo de distribuir Biblias para los niños que realiza.
Conocí el amor de Dios hace pocos años. Ya había escuchado el mensaje del Evangelio otras veces: muchas personas, entre ellas mi mujer, me hablaban de Dios, pero, ¿cómo podía saber si era verdad? Cogí una pequeña Biblia y empecé a estudiarla.
Cada vez tenía más hambre de la verdad. Empecé a escuchar una emisora de radio en la que los locutores hablaban de Dios. Mi corazón y mi mente se abrieron y me aferré aún más a la Biblia.
Un día me encontraba lejos de casa trabajando en un campo, y de regreso a casa, me encontré con personas de una iglesia. Hablé con ellos y me dijeron que necesitaban ayuda.
Empecé a involucrarme en sus actividades, porque acababa de conocer el amor de Dios y tenía un deseo increíble de ponerme a disposición, de servir a los demás.
Una mujer de la iglesia me habló de Compassion, de cómo esta organización estaba ayudando a nuestros niños más pobres. Aceptando su invitación, comencé a echarles una mano.
Para mi sorpresa, un tiempo después fui elegido como director del Centro Compassion de la iglesia local. Habían pasado casi dos años en los que habíamos trabajado duro en equipo y ahora teníamos 200 niños inscritos en el programa.
Desde que estalló la pandemia, las necesidades de los niños han aumentado y sus familias agradecen sinceramente todo el apoyo que les ofrecemos, los suministros de alimentos y los kits de higiene que hemos distribuido desde el principio. Están agradecidos porque enseñamos a sus hijos la Palabra de Dios.
Esto me hizo pensar en otra gran necesidad: la mayor parte de los niños y sus familias son demasiado pobres para comprar una Biblia. Así que cuando supe que esta necesidad podía ser cubierta gracias a Compassion, ¡me emocioné!
Dios nos abrió una puerta: el chico de una librería cristiana me enseñó diferentes tipos de Biblia, y elegí la que tenía muchos dibujos y colores, adaptada a nuestros niños, que tienen entre dos y ocho años.
Llevamos Biblias a todos los niños, e invitamos a todos los padres al centro. Fue muy emocionante y podíamos ver ¡que a los niños les encantaba nuestro regalo!
Ahora las familias leen la Biblia junto a sus hijos y gracias a ello ¡la iglesia está creciendo!
Es un trabajo duro y siempre estamos fuera de casa, pero no nos cansamos de hacer el bien. Lo hacemos porque amamos a Dios y amamos a los niños. Además de los niños apadrinados, tenemos 50 niños a los que ayudamos todas las semanas. La biblioteca también nos ha proporcionado material extra para ellos.
Cuidamos a muchos niños pequeños que proceden de entornos difíciles: nuestro deseo y el de sus familias es que puedan recibir una educación, para que no tomen decisiones equivocadas como otros jóvenes de nuestro pueblo. Queremos que logren grandes cosas en sus vidas.
Nuestros hijos tienen ahora la Biblia en sus manos: sin la verdad de la Palabra de Dios, ¡quién sabe dónde habría acabado yo! Tenía muchos pensamientos propios, pero necesitaba abrir mi corazón a Dios.
Ahora entiendo por qué la Biblia dice que Dios no desprecia a aquellos considerados pequeños y débiles: hay quienes pueden decir que soy inculto, pero siempre me ha gustado leer y sé que Dios nos da sabiduría y entendimiento.
Hoy tengo la responsabilidad de ayudar a estos maravillosos niños, y es algo de lo que estoy muy agradecido. Hace años quería dedicarme a la política para poder marcar la diferencia en la vida de los más necesitados, pero Dios me mostró una forma concreta de llevar su amor.
Quiero dar las gracias también a los padrinos de nuestros niños. Quiero que sepan lo importante que es el amor que están sembrando en los corazones de estos pequeños. Su compromiso no tiene precio. Mi equipo y yo siempre oramos por ellos.
Con tu ayuda, podemos darle a un niño la oportunidad de recibir ayuda y apoyo.
Apadrina ahora: juntos, podemos marcar la diferencia.
O ayúdanos con una donación. ¡Gracias por tu generosa ayuda!