Sarah y Sophia son gemelas. Similares en muchos aspectos, pero no en el aprendizaje. Sarah ya había perdido la esperanza de poder aprender a escribir.
Sarah y Sophia son gemelas. Son prácticamente iguales en todos los aspectos, pero una de ellas comenzó a tener dificultades. Sarah ya había perdido la esperanza de poder aprender a escribir.
A medida que avanzaban en la escuela, empezaron a diferenciarse. Mientras que Sophia aprendió enseguida el abecedario y a formar palabras, Sarah era incapaz de identificar las letras.
Sophia empezó a leer enseguida y se divertía leyendo los carteles por la calle, pero Sarah no conseguía distinguir las letras. Cuando Sophía escribió la primera carta a su padrino, el corazón de Sarah se encogió; ni siquiera era capaz de escribir una frase completa.
Ver a su hermana gemela progresar en sus estudios fue desalentador para Sarah: "Me resultaba difícil escribir; cometía muchos errores y me avergonzaba de ello".
A pesar del apoyo de su familia, las dificultades de Sarah fueron difíciles de superar. Ella y su hermana eran tan parecidas en todo, y no quería que la única diferencia entre ellas fuera no saber leer y escribir.
“Mi hermana estaba tan avergonzada de no poder escribir, ¡me daba tanta pena! Siempre intenté ayudarla; todo lo que sabía, intenté enseñárselo, pero le costaba mucho aprender", dice Sophía.
"Las escuelas de la ciudad no eran capaces de cubrir las necesidades de los alumnos con dificultades en el aprendizaje. Cuando nos dimos cuenta de que era necesario desarrollar la alfabetización, creamos cursos adicionales específicamente para niños y jóvenes como Sarah", dice Célia, directora del centro Compassion.
La iniciativa del centro proporciona apoyo extracurricular a los alumnos con dificultades de aprendizaje, trabajando con ellos para superar los obstáculos.
"Mi hermana siempre me ha ayudado con mis estudios, pero en el centro de Compassion recibí la atención que necesitaba. Los voluntarios fueron pacientes conmigo y poco a poco aprendí a leer y escribir. Incluso cuando quise abandonar, estuvieron a mi lado, animándome a seguir", dice Sarah.
Unos meses más tarde, Sarah escribió sus primeras frases y, finalmente, la primera carta a su padrino.
"¡Estaba tan emocionada! Por fin pude hacerlo todo yo misma; me sentí muy feliz cuando escribí mi carta con mis propias manos. Mi padrino estaba pasando por un momento difícil y me sentí muy agradecida de poder reconfortarle con mis palabras", dice.
Ver a su hermana aprender a escribir también fue una gran alegría para Sophía: "Me encanta estudiar con mi hermana. Estoy agradecida a Dios porque el centro Compassion la ha ayudado".
La letra de Sarah, que solía ser temblorosa e incomprensible, es ahora clara y concisa. Cree en sí misma y tiene ganas de seguir estudiando: "Todo es más difícil para alguien que no sabe leer, pero ahora que puedo hacerlo bien sueño con ser médico y ayudar a mi familia, a la que quiero mucho", dice Sarah antes de despedirse.
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