La malnutrición tiene efectos a largo plazo en los niños. Compassion y los colaboradores de las iglesias locales están haciendo todo lo posible para garantizarles los recursos necesarios.
Abiyot, una madre soltera, se seca las lágrimas de los ojos. La pandemia ha diezmado su situación económica. «Mi corazón se rompió cuando mis jefes me dijeron que ya no necesitaban mi ayuda. Todas las puertas se cerraron frente a mí», cuenta Abiyot.
Esta madre, que trabajaba como cocinera del colegio, de repente se encuentra en casa sin ingresos para cuidar de sus hijos.
«Aun cuando trabajaba y mis hijos comían en el colegio, tenía dificultades para alimentarlos los fines de semana. Mi marido nos abandonó. Yo puedo cuidar de mis hijos sola, pero si tengo trabajo», nos explica.
La historia de Abiyot, no es una historia aislada. Muchas familias enfrentan el hambre y falta de alimento durante la pandemia, y ahora, con la crisis alimentaria global, las cosas están aún peor. Antes de la pandemia del COVID-19, 135 millones de personas no tenían acceso constante al alimento. Según las Naciones Unidas, ese número se ha duplicado.
La Guerra entre Rusia y Ucrania solo ha empeorado la crisis que la pandemia ya había comenzado. Estos dos países son responsables del suministro del 30% del trigo del mundo y de una gran cantidad de fertilizante. Mientras el conflicto continúe, las familias con bajos ingresos se enfrentarán a la malnutrición.
La malnutrición ocurre cuando una persona no recibe suficientes nutrientes. Esto provoca complicaciones en el crecimiento y desarrollo de los niños, que a menudo resultan en dificultades cognitivas.
Las formas más comunes de malnutrición infantil en los países donde trabajamos son la "emaciación" y el "retraso del crecimiento".
La emaciación proviene de la malnutrición. Se corresponde con la pérdida de peso o la incapacidad de ganar peso. Es el resultado directo de una grave falta de nutrientes, a menudo acompañada de diarrea o enfermedades infecciosas. Los niños que sufren emaciación suelen tener el sistema inmunitario debilitado y un mayor riesgo de muerte.
El retraso en el crecimiento suele presentarse como un niño "demasiado bajo para su edad" y es el resultado de una malnutrición prolongada. Esta condición puede afectar tanto al desarrollo físico como al cerebral. Incluso cuando se trata en la infancia, algunos nunca se recuperan.
A medida que la crisis alimentaria mundial continúa, el mundo podría ver más de los efectos devastadores de la pobreza:
Los hogares con inseguridad alimentaria sienten más estrés. Esto puede conducir a un aumento de la violencia doméstica o la depresión. Muchas familias se endeudan, lo que sigue perjudicando su situación. Otras sacan a sus hijos mayores de la escuela, por ejemplo, poniéndolos a trabajar en el campo.
La violencia de género y los abusos aumentan con la inseguridad alimentaria. Las niñas pueden verse obligadas a casarse a edades tempranas para conseguir una dote para sus padres. Estas niñas también corren un mayor riesgo de explotación sexual o delictiva. Cuando los alimentos escasean, las niñas suelen comer menos y ser las últimas en comer. Las mujeres y las niñas ya representan más del setenta por ciento de las personas que pasan hambre en el mundo
Muchos padres se saltan comidas para que sus hijos puedan comer, mientras que los hermanos más mayores reducen la consumición de alimentos por el bien de sus hermanos pequeños
Compassion está en una posición única para responder a la crisis alimentaria mundial. Trabajamos con más de 8.500 iglesias en todo el mundo que se encuentran en las trincheras de esta crisis.
Nuestra respuesta a esta crisis es a través de la iglesia local, atendiendo las necesidades urgentes y trabajando al mismo tiempo para conseguir soluciones sostenibles que ayuden a acabar con el hambre. Trabajamos con las iglesias locales porque la iglesia representa la esperanza y el amor de Cristo.
Compassion y las iglesias locales hacen todo lo posible para garantizar que los niños en situación de pobreza y sus familias tengan los recursos y las oportunidades para salir adelante, familias como Abiyot y sus hijos.
Abiyot intentó desesperadamente buscar una solución para mantener a sus hijos alimentados. Fue entonces cuando se puso en contacto con el proyecto Compassion, donde su hijo de cuatro años, Habtemariam, forma parte del programa de apadrinamiento.
Abiyot explicó su situación a Tsege, el director del proyecto. Conmovido por su situación, Tsege organizó la alimentación de la familia durante varios meses, además del dinero para el alquiler hasta que terminara la crisis.
La noticia supuso una gran alegría y alivio para la familia. La hija mayor, Etsub, cogió a su hermano pequeño levantándolo al aire: «¡Gracias a Dios que has nacido! Gracias a ti tenemos comida en casa».
“Han rescatado a mis hijos del hambre”, dice Abiyot con alegría.
“Compassion y la iglesia son mi motivo de dar las gracias a Dios. Veo claramente por qué Dios nos guio hasta la iglesia. ¿A qué otro lugar podía haber ido buscando ayuda?”
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