La historia de María y cómo Compassion la rescató
El 25 de noviembre se conmemora cada año el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En Compassion trabajamos para evitar la violencia contra niñas y mujeres de todo el mundo, y las formamos para que denuncien cualquier tipo de abuso.
Por eso hoy queremos compartir contigo la historia de María, que durante muchos años, sufrió los abusos y amenazas de su padrastro. Finalmente, gracias a uno de los centros de Compassion en Honduras, María fue rescatada.
Atención: esta historia contiene detalles sensibles de abuso infantil. Por este motivo, se han cambiado los nombres y se han ocultado los rostros para proteger la identidad de los implicados.
Todos los días, a las 4 de la mañana, mucho antes de que saliera el sol, María, de ocho años, que dormía acurrucada junto a sus hermanos pequeños, se despertaba con los gritos de su padrastro.
Abuso verbal, violencia, amenazas. Este era el día a día de María.
Cuando María se inscribió en el centro Compassion de la iglesia de su comunidad, experimentó no solo una cálida bienvenida, sino también el amor, la amabilidad y la aceptación por parte del personal y los niños del centro.
“María era extremadamente tímida, introvertida y tenía la mirada triste la mayor parte del tiempo”, recuerda Ángeles, la directora del centro.
“Sospechamos que podía estar ocurriendo algo en su casa e inmediatamente tomamos medidas. Cuando nos acercamos a ella, María tenía miedo de hablar porque había sido amenazada por su padrastro”.
“Todas las noches lloraba hasta quedarme dormida pidiéndole a Dios que me ayudara y me sacara de mi casa”, dijo María con ojos llorosos.
Pensé que no tenía a nadie a quien acudir hasta que empecé a asistir al centro Compassion.
“Allí encontré personas que me querían y me ayudaron en el peor momento de mi vida”.
Formar a niños de todas las edades para que denuncien los abusos se ha convertido en un proceso clave y eficaz en todos los centros Compassion. Cada vez que niños nuevos comienzan las clases, participan de una formación sobre protección de la infancia, donde se les enseña a denunciar los abusos.
“Mi corazón se rompió cuando escuché a María y su historia de abusos por parte de su padrastro”, recuerda Ángeles. “Inmediatamente hablé con su madre sobre un plan para rescatar a María. Accedió a sacar a su hija de casa y firmó un permiso legal para que viviera con su profesora Brenda”.
“Me sentí muy contenta y preparada cuando la directora del centro me eligió para cuidar de María”, cuenta Brenda. “El hecho de que María dijera que quería mudarse conmigo y con mis hijos me hizo llorar y la acogimos. También le dije a su madre que podía venir a visitar a María cuando quisiera, ya que vive a unas manzanas de mi casa”.
Aunque al principio no fue fácil lidiar con las emociones de María, ya que se sentía herida por su padrastro, Ángeles y Brenda oraban con ella todos los días y la ayudaban a sentirse valorada.
Han pasado cuatro años desde que María, que ahora tiene 12, solía llorar hasta quedarse dormida pidiendo a Dios su protección.
Desde que se mudó con Brenda, su vida dio un giro, y su testimonio se ha convertido en un símbolo de fuerza y liberación frente a los abusos.
A María le gusta asistir al centro Compassion y a la iglesia con Brenda y sus hijos, quienes le animaron a entrar en el grupo de músical.
“Tocar música para el Señor se ha convertido en mi pasión. Me encanta ponerme mi traje de baile rojo y negro y tocar la pandereta” cuenta María con entusiasmo. “Me siento libre cuando canto, y mi madre viene a verme de vez en cuando”.
“Recibo muchas cartas de mi padrino. Siempre espero con ansias su próxima carta. Sus palabras de ánimo me han ayudado mucho cuando me sentía mal”.
Hoy, María tiene revisiones médicas y psicológicas en el centro, las cuales demuestran que está progresando. Cuando sea mayor, sueña con ser abogada para defender los derechos de los niños. María está agradecida al personal de la iglesia que la rescató, ya que ahora se siente querida y protegida.
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