Kevin nunca había ido a la escuela. Tenía que mendigar en las calles para poder alimentarse. Hoy, gracias a su apadrinamiento, recibe la ayuda que necesita.
“Cuando los semáforos se ponían en rojo y los coches se detenían, era mi oportunidad de tocar en las ventanas y pedir algunas monedas o comida”, dice Kevin, de nueve años.
Él y sus hermanos solían mendigar en las calles, siempre con la misma ropa sucia y andrajosa.
Desde muy joven, Kevin experimentó lo que era irse a la cama con el estómago vacío y despertarse a la mañana siguiente sin esperanza. Cuando se ponía enfermo, su madre no podía llevarlo al médico, simplemente porque no podía permitírselo.
Kevin y sus hermanos crecieron sin juguetes, sin fiestas y sin regalos. Ni siquiera podían ir al colegio. Rosa, su madre, también había crecido muy pobre.
Ahora, para intentar mantener a su familia, lava la ropa de otras familias, ganando unos 4 euros al día. También trabaja recogiendo botellas de plástico vacías para reciclar. Cuando consigue llenar una bolsa entera, gana unos 1,5 euros.
“Fuimos desalojados por mi exmarido hace un par de años. Encontramos un refugio improvisado”, dice Rosa. “Junto con mis hijos, nos acostamos con el estómago vacío durante innumerables noches y mendigamos algo de comida para sobrevivir”.
A pesar de todas estas dificultades, nunca dejaron de soñar con un futuro mejor.
Todo cambió cuando Kevin entró en el centro Compassion hace un par de años. Por primera vez experimentó un mundo diferente. Por primera vez, se sintió acogido, querido y atendido por nuestro personal.
Sin embargo, después de vivir en la calle durante tantos años, adaptarse a las actividades del centro fue bastante difícil. "Al principio, Kevin era rebelde y no seguía nuestras lecciones", explica Kenia, una profesora. "Pero cuanto más amor le mostrábamos, mejor empezaba a portarse. Ahora es cariñoso con sus compañeros y juega sin pelearse".
Según Rosa, cada vez que Kevin vuelve del centro, canta canciones a sus hermanos y comparte las historias bíblicas que ha aprendido allí. También está muy contento de tener la oportunidad de estudiar, ya que nunca había ido al colegio.
"No sabía leer ni escribir, y estoy muy contenta de que Kevin haya recibido material escolar, mochilas, uniformes y zapatos para ir a la escuela. Siempre le animo a seguir estudiando", explica su madre.
Ahora Kevin es un niño de tercer grado que quiere ser bombero. “Me gusta colorear y utilizar los lápices de colores que hay en el centro de Compassion. Cuando sea mayor me gustaría ser bombero porque he visto lo valientes que son cuando salvan a la gente durante los huracanes”.
Justo cuando las cosas estaban mejorando, la pandemia y los huracanes golpearon duramente a su comunidad.
A pesar de estas dificultades, Kevin y su familia recibieron provisiones continuas de alimentos y kits de higiene. Y cuando Kevin y su familia lo perdieron todo tras los huracanes Eta e Iota, recibieron fondos para reconstruir su casa.
Incluso mientras se alojaban en un refugio temporal, nuestros trabajadores les proporcionaron agua potable, comida, colchones, ropa y todo lo que necesitaban.
La vida ha cambiado para Kevin y sus ojos ya no reflejan tristeza. Aunque la pobreza ha intentado obstaculizarlo, Kevin está empezando a descubrir el plan de Dios para su vida.
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