Descubre con nosotros lo que ocurre en un centro Compassion en Uganda, donde cientos de niños se mueren de ganas de abrir sus regalos de Navidad.
Estoy en Uganda, mirando por la ventana de un granero convertido en iglesia, a pocos pasos del centro de Compassion donde se reúnen los niños.
Me vienen a la memoria las mañanas de Navidad de mi infancia. Mis hermanos y yo sentados en la escalera esperando que nuestros padres nos dejaran bajar a abrir los regalos.
La emoción que sentía entonces no debe ser nada comparada con lo que sienten estos niños ahora.
Después de haber conocido a cientos de niños durante mis visitas a los centros Compassion, sé que la mayoría de estos pequeños nunca ha recibido un regalo ni han probado una tarta en toda su vida.
Detrás de mí, una mujer espanta a unas cabras que han entrado a la iglesia y utiliza una escoba hecha a mano para barrer el suelo de tierra tras ellas. ¿Podría ser esto más parecido a Belén? me pregunto. Siento que estoy en el lugar donde ocurrió la primera Navidad.
Esa mañana, mientras ayudaba a los trabajadores del centro de Compassion a llevar cientos de regalos a la iglesia, me di cuenta de que cada regalo tenía una tarjeta con un nombre. Cada nombre es el de un niño que viene a recibir comida, apoyo escolar, revisiones médicas, lecciones bíblicas y juegos.
Mientras que la mayor parte del mundo da la espalda a estos niños que viven en las circunstancias más humildes, los voluntarios de esta iglesia no lo hacen. Pronto los niños subirán la empinada colina que lleva al centro Compassion donde se celebrará un humilde nacimiento: el de Jesús.
El reparto de los regalos comienza enseguida, ya que hay unos 200 niños esperando su turno. Cuando por fin les llega el turno, ¡no pueden contener su emoción!
Paso de un grupo de niños a otro, observando sus reacciones. Mochilas, libros, ropa, zapatos, etc. El director del centro me explica que cuando el personal compró los regalos de Navidad, se aseguró de que cada uno de ellos recibiera artículos útiles y otros de diversión.
La alegría desenfrenada de esta sala se viene preparando hace tiempo. Comenzó hace meses, cuando personas como tú y yo - que probablemente aún no habíamos empezado a pensar en la Navidad - decidimos donar al Fondo de Regalos de Navidad de Compassion.
"Me gusta la Navidad porque recibimos regalos y nos divertimos. La Navidad es el cumpleaños de Jesús, el creador del mundo y nuestro Salvador. Quiero que todo el mundo le ame, y oro para que Dios elimine la pandemia", dice Nicolás, de ocho años.
Las donaciones al Fondo de Regalos de Navidad de Compassion funcionan de forma diferente a otras donaciones. ¿Por qué? ¿Te imaginas que sólo algunos de los niños recibieran regalos? ¿Qué pasaría con aquellos cuyos padrinos no pudieran enviar nada este año? Por eso todas las donaciones van a un solo fondo, así la generosidad y la esperanza de Jesús pueden ser compartidas entre todos los niños.
"Hoy, cuando he recibido mi regalo de Navidad, me he puesto muy contenta", me dice Brunah, de 10 años. "Me ha hecho mucha ilusión recibir una mochila nueva".
A medida que la celebración comienza a finalizar, los niños salen a jugar fuera. Le pregunto a un sonriente niño de 10 años llamado Andrew, qué le diría a la gente que ha donado para sus regalos. Me dice: “Quiero darles las gracias por habernos traído los regalos. ¡Estamos muy contentos!
Pronto Andrew y los demás niños recogerán sus nuevos regalos y caminarán hacia sus casas. Algunos tienen que recorrer kilómetros, pero lo hacen con una sonrisa que proviene de la alegría de celebrar la Navidad con sus amigos. O tal vez sea el azúcar. En cualquier caso, todo esto es posible gracias a personas generosas como tú que donan al Fondo de Regalos de Navidad.
Imágenes e historia: Emily Turner
Alimentos, ropa, cuadernos… Nos gustaría que todos nuestros niños, que se encuentran en extrema pobreza, pudieran recibir un regalo por Navidad. ¿Nos ayudas?
Transferencia bancaria: ES47 2100 3060 5322 0185 5587 - concepto "Regalo de Navidad"
Por teléfono: llamando al +34 91 782 6556