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En el mes de noviembre un equipo del programa viajó a Kenia para conocer y documentar el trabajo de Compassion en este país.
José Pablo, ¿cómo fue hacer un reportaje en los centros de Compassion en Kenia?
Fue una experiencia preciosa: ver con mis ojos como la iglesia libera a los niños de la pobreza, en el nombre de Jesús, fue una experiencia maravillosa. Volví a España convencido y reafirmado en que merece la pena seguir invirtiendo en el Reino de Dios y seguir apoyando a organizaciones como Compassion que trabaja con excelencia consiguiendo frutos, cambios y transformación social.
¿Qué aspecto te ha impactado más de esta nación?
Se te rompe el alma al ver los barrios de chabolas. Me sorprendió ver de manera tan real ese círculo de pobreza, que nace en una mentalidad de desesperanza que se puede romper cuando generamos esperanza. Regresé de Kenia con un sabor agridulce: el hecho de que haya 10 millones de niños que están viviendo en extrema pobreza y sólo 100.000 están apadrinados, hace que te preguntes: "¿qué pasa con los restantes?".
Al mismo tiempo regreso feliz por ver un país en progreso. Los keniatas están haciendo una apuesta seria por sacar adelante su nación. El visitar los parques naturales como el conocer a su gente me produjo tambien un sabor dulce: Kenia es un país que vale la pena visitar.
¿Qué le dirías a los padrinos de Compassion?
Yo soy un padrino y estoy convencido que es un método sencillo y poderoso para hacer un cambio en este mundo. Muchos dicen que el mundo está hecho un desastre, la brecha entre ricos y pobres cada vez se profundiza mas, hay muchísima maldad y corrupción. Parece que a la hora de quejarnos todos tenemos el mismo discurso.
Yo pienso que más que hablar hay que trabajar
Con una pequeña cantidad de dinero mensual podemos hacer un impacto en el mundo y especialmente en la infancia, puesto que son los niños los más vulnerables en este mundo. Si no hacemos algo por esos niños, ellos seguirán toda la vida en ese pozo de pobreza.