Antes de la llegada de los europeos, Kenia fue habitada sucesivamente por distintos pueblos, entre ellos los bantús; en la costa se establecieron mercantes árabes, quienes más tarde dejaron el comercio en manos de los portugueses, holandeses e ingleses.
Los intereses británicos en Kenia empezaron en el siglo XIX y culminaron en un control formal en 1896. Debido a la pérdida de sus tierras, al principio de los años 50 los Kikuyu fomentaron una rebelión que llevó a la independencia en 1963.
El autogobierno, iniciado por Jomo Kenyatta, aparentemente moderado, progresista y afín a occidente, sin embargo bajo sospecha de corrupción, dificultó las posibles inversiones extranjeras y el aumento del turismo.